Dear Brothers and Sisters,
As the Jubilee Year of Mercy ends on the feast of Christ the King, we are reminded to become what we celebrate in this year of mercy. We are called to share the loving mercy that God has for us. God is merciful to all who seek Him with a sincere and repentant heart. Our response to God's loving mercy towards us is to act in that same way to all those we meet. The Holy Father reminds us: "Mercy is the very foundation of the Church's life. All of her pastoral activity should be caught up in the tenderness she makes present to believers; nothing in her preaching and in her witness to the world can be lacking in mercy. The Church's very credibility is seen in how she shows merciful and compassionate love" (MV,10). As members of the Body and Christ, our lives should reflect this witness of mercy to those we meet on a daily basis.
The holy doors were opened following the proclamation of the Extraordinary Jubilee of Mercy, which Pope Francis began on December 8, 2015 — the feast of the Immaculate Conception. The Holy Father said that day points to Mary's role as "Mother of man's Redeemer". This opening of the Jubilee Year was also the 50th anniversary of the closing of the Second Vatican Ecumenical Council. The last special jubilee year was proclaimed in 1983 by Pope St. John Paul II was 33 years ago. Spacing the jubilees 33 years apart in memory of Our Lord's life was a norm established by Pope Urban VI in the 14th century.
One aspect of this year included the Holy Door of Mercy. These doors provided us with opportunities for God’s grace and mercy. Pope Francis explained, "[T]he Holy Door will become a Door of Mercy through which anyone who enters will experience the love of God who consoles, pardons and instills hope." We learned that a pilgrim who passes through such doors may gain a plenary indulgence. The same indulgence was applied by the Church to both our cathedral of Ss. Simon and Jude and the Chapel of the Holy Cross in Sedona.
The idea of a jubilee year comes from the Leviticus, chapter 25 in the Old Testament. There we learn about the setting aside time every 50 years to free God's people from physical debt, including "restitution of land to the original owners, the remission of debts, the liberation of slaves." The Catholic jubilee year is set aside by the Church to free Catholics from the spiritual debt of their sins by promoting virtuous acts, confession of past sins and an application of a plenary indulgence to remit all temporal punishment due to sins confessed with contrition.
Pope Francis has proclaimed, “We seal the Holy Door, we shall be filled, above all, with a sense of gratitude and thanksgiving to the Most Holy Trinity for having granted us an extraordinary time of grace. We will entrust the life of the Church, all humanity, and the entire cosmos to the Lordship of Christ, asking him to pour out His mercy upon us like the morning dew, so that everyone may work together to build a brighter future.”
God Bless,
Fr. Don Kline, V.F.
Queridos hermanos y hermanas,
A medida que el Año Jubilar de la Misericordia termina en la fiesta de Cristo Rey, nos acordamos de convertirnos a lo que celebramos en este año de la misericordia. Estamos llamados a compartir la misericordia amorosa que Dios tiene para con nosotros. Dios es misericordioso con todos los que le buscan con un corazón sincero y arrepentido. Nuestra respuesta a la misericordia amorosa de Dios es actuar de la misma manera con todos aquellos con quienes nos encontramos. El Santo Padre nos recuerda: "La misericordia es el fundamento mismo de la vida de la Iglesia, toda su actividad pastoral debe estar basada en el afecto que hace presente a los creyentes, no en pregonar y en su testimonio del mundo, nada puede en la Misericordia ... La credibilidad de la Iglesia se ve en la forma en que muestra amor misericordioso y compasivo.” (MV, 10). Como miembros del Cuerpo de Cristo, nuestras vidas deben reflejar este testimonio de misericordia a aquellos a quienes nos encontramos diariamente.
Las puertas sagradas se abrieron tras la proclamación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que el Papa Francisco inició el 8 de diciembre de 2015, la fiesta de la Inmaculada Concepción. El Santo Padre dijo que ese día señala el papel de María como "Madre del Redentor del hombre". Esta inauguración del Año Jubilar fue también el 50º aniversario de la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II. El último año especial del jubileo fue proclamado en 1983 por el Papa San Juan Pablo II fue hace 33 años. La separación de los jubileos de 33 años de diferencia en memoria de la vida de Nuestro Señor fue una norma establecida por el Papa Urbano VI en el siglo XIV.
Un aspecto de este año incluyó la Puerta Santa de la Misericordia. Estas puertas nos proporcionaron oportunidades para la gracia y la misericordia de Dios. El Papa Francisco explicó: "La Puerta Santa se convertirá en una Puerta de Misericordia por la cual cualquiera que entre, experimentará el amor de Dios que consuela, perdona e inculca esperanza". Aprendimos que un peregrino que pasa por tales puertas puede obtener una indulgencia plenaria. La misma indulgencia fue aplicada por la Iglesia tanto a nuestra catedral de Ss. Simón y Judas y la Capilla de la Santa Cruz en Sedona.
La idea de un año jubilar proviene del Levítico, capítulo 25 del Antiguo Testamento. Allí aprendemos acerca del tiempo aparte cada 50 años para liberar al pueblo de Dios de la deuda física, incluyendo "la restitución de la tierra a los dueños originales, la remisión de deudas, la liberación de esclavos". El año jubilar católico es reservado por la Iglesia para liberar a los católicos de la deuda espiritual de sus pecados mediante la promoción de actos virtuosos, la confesión de pecados pasados y la aplicación de una indulgencia plenaria para remitir todo castigo temporal por pecados confesos con contrición.
El Papa Francisco ha proclamado: "Sellamos la Puerta Santa, estaremos llenos, sobre todo, de un sentido de gratitud y acción de gracias a la Santísima Trinidad por habernos concedido un extraordinario tiempo de gracia. Confiaremos la vida de la Iglesia, de toda la humanidad y de todo el cosmos al señorío de Cristo, pidiéndole que derrame su misericordia sobre nosotros como el rocío de la mañana, para que todos trabajemos juntos para construir un future.”
Dios bendiga,
P. Don Kline, V.F.
Pastor