Dear Brothers and Sisters in Christ,
The papacy is a tremendous blessing to us. Pope Benedict XVI is a tremendous blessing to us, as Blessed Pope John Paul II was to us. It is interesting to think about the difference between the two, most especially in how they dealt with suffering and frailty. As a casual observer, when I witnessed Pope John Paul II, the word, "natural" comes to mind. It seemed that he handled the duties of the supreme pontiff with ease. So when his health declined, it was important for us to witness his suffering. It was the final lesson of a great teacher. Pope Benedict XVI, on the other hand, did not seem as natural, preferring the study of our faith and contemplation. He definitely was not as accessible and I believe that much of the "celebrity" status of the papacy was a tremendous burden and cross. So in the end, the word, "logical" comes to mind about how each of them dealt with the deterioration of health. One showed us how to suffer on the public stage. The other showing us that at the end of life, contemplation, prayer and penance need to be our focus.
Much has been written and spoken in the first few days following Pope Benedict's announcement. I came across this on-line article by a writer named, Donald S. Prudlo that I thought made a lot of sense. He wrote:
"How blessed we were to have a man who inherited the hardest job in the world, at an age where others feel the bitter decline of old age. For eight years he has governed the Church with a steady hand, righting the bark of Peter so inundated by the forces of the world. Perhaps he was fearful of manipulation by those who so often surround the centers of power. He refused to let his bodily weakness be a vehicle for damage to the Church. For all of these we are profoundly grateful. His legacy in doctrine, liturgy, and theology far outstrips the relative brevity of his pontificate."
So we pray for our beloved Church and ask for the guidance of the Holy Spirit.
God Bless,
Fr. Don Kline
Hermanos y Hermanos en Cristo,
El papado es una bendición tremenda para nosotros. El Papa Benedicto XVI es una bendición tremenda para nosotros, igual que el Beato Papa Juan Pablo II lo fue. Es muy interesante pensar en la diferencia entre los dos, especialmente en la manera de cómo cada uno enfrenta el sufrimiento y la fragilidad. Como un observador casual, cuando yo veía al Papa Juan Pablo II, la palabra, "natural" viene a mi mente. Me parecía que el manejaba las eesponsabilidades del pontífice supremo con facilidad. Entonces cuando su salud decayó, era importante para nosotros mirar su sufrimiento. Fue la última lección de un gran maestro. El Papa Benedicto XVI por otro lado, no parecía tan natural, prefiriendo más el estudio de la fe y la contemplación. El definitivamente no estaba tan accesible y yo creo que bastante del estatus de "celebridad" del papado fue una tremenda cruz y carga para él. Entonces al final, la palabra, "lógico" me viene a la mente de cómo cada uno enfrento y lidio con la deterioro de su salud. Uno nos enseño como sufrir en la escena pública. Y el otro nos enseña que al final de la vida, la contemplación, la oración y la penitencia deben de ser nuestro enfoque.
Mucho se ha dicho y escrito en los primeros días después del anuncio del Papa Benedicto. Yo me encontré un artículo en línea escrito por Donald S. Prudlo, este artículo tiene mucho sentido:
"Que bendecidos somos de tener a un hombre que heredo el trabajo más grande del mundo, a una edad en la que muchos sienten la amargura de la decadencia de la edad. Por ocho años el ha gobernado la Iglesia con una mano firme, enderezando la barca de Pedro inundada por las fuerzas del mundo. Tal vez, tuvo miedo de la manipulación por parte de los que tantas veces rodean los centros del poder. El se negó a que su debilidad corporal fuera un vehículo para dañar a la Iglesia. Por todo esto estamos profundamente agradecidos. Su legado en la doctrina, liturgia, y teología es muy superior a la relativa brevedad de su pontificado."
Entonces oremos por nuestra amada Iglesia y pidamos por la dirección del Espíritu Santo.
Que Dios los Bendiga,
Padre Don Kline